Insumisas, la “verdadera historia” de una suiza petardista
Por: Berta Carricarte
La más reciente película de Fernando Pérez, Insumisas (2018), llega por fin a las pantallas. Yeni Soria, Mario Guerra, Héctor Noas, Giselle González y Corina Mestre figuran en el elenco junto a la destacada actriz francesa Sylvie Testud. Raúl Pérez Ureta tuvo a su cargo el diseño de fotografía, que implicó inventar una Baracoa decimonónica, en medio de locaciones como Puerto escondido, Regla, Jaruco y Guanabacoa. El director de arte, Alexis Álvarez, se las ingenió para no traicionar la visualidad propuesta por Ureta, y apegarse a un diseño escenográfico que se correspondiera a lo que Baracoa y sus entornos fueron en tan lejana época. Quizás en consonancia con el oscurantismo de aquella etapa, la imagen de la villa primada, en no pocas escenas responde a lo que el propio Fernando Pérez dijo al ver los resultados: Esto parece filmado durante un eclipse de luna.
Para una mujer nacida en 1791 había muy pocas opciones de realización personal: casarse, tener hijos, convertirse en monja o permanecer célibe. La historia de Enriqueta Faber, una mujer suiza y viuda, que a los 18 años decide asumir una identidad masculina para poder estudiar medicina, demuestra que siempre ha habido personas dispuesta a transgredir mandatos sociales para alcanzar sus propósitos.
Según diversas fuentes ─muy resumidas─ a principios del siglo XIX Enriqueta, siempre disfrazada de Enrique Faber, se instala en la villa de Baracoa donde ejerce como médico y escoge como pareja sentimental a Juana de León. Años después, se descubre el engaño, es encarcelada, juzgada y deportada a New Orleans. Hasta aquí el dato histórico que permite afirmar, sin dudas, que Enriqueta Faber fue muy astuta al utilizar su inteligencia para rebelarse en secreto contra el orden global establecido.
Existen numerosas aproximaciones literarias a la vida de Enriqueta Faber, incluso versiones teatrales, que recrean episodios derivados de las interpretaciones históricas múltiples, hechas por hombres, y cargadas probablemente de todo el morbo que la mirada masculina y sexista convoca en estos casos. Para comprobar esta hipótesis habría que desplegar una investigación con enfoque de género ─entre otros métodos y metodologías─ por tanto, en lo que a este artículo respecta, nos quedamos con la visión artística y necesariamente parcial que Fernando Pérez y Laura Cazador (o Hunter), ofrecen como guionistas y directores de la cinta.
Como bien compete a toda obra cinematográfica, Insumisas es un texto artístico orientado por la inspiración, y contentivo de una expresión estética guiada por la experiencia y las preferencias creativas de sus realizadores. Tomando como referente la lectura de hechos presumidos como reales, el filme no es, ni por asomo, una biografía de Enriqueta Faber. Ahora bien, dado que se ofrece al público actual, no puede menos que leerse desde las perspectivas culturales de la sociedad en que vivimos hoy y aquí. Así funcionaría si se exhibiera en Groenlandia, en Tombuctú, en Buenos Aires o París. Lo geográfico no va a cambiar el hecho de que cada quien va a entender el relato desde su vivencia como sujeto social.
Digo esto, porque ya cerrada oficialmente la consulta popular, con vistas a la reforma constitucional, uno de cuyos artículos más controversiales es el que alude a la unión entre dos personas, el argumento de Insumisas parecería arrojar un voto a favor del matrimonio igualitario. Pero tengo mis dudas.
Algunas fuentes afirman que Juana de León, era una mujer enferma a quien el doctor Faber curó y luego propuso cristiano casamiento mediante engaño. Al no poder consumar el acto sexual de la manera en que Juana de León lo requería, se descubre la farsa y explota el escándalo. Sin embargo, en la película, Juana acepta la condición de Faber. Incluso Juana, parece disfrutar de Faber tal cual es. Entonces Juana no puede traicionarse y con ello, condenar a Faber en el momento del juicio. La integridad ética de Juana y lo que ella como personaje hubiera representado para la sociedad cubana hoy, no debió ser traicionado, hecho que la convierte en la más sumisa de todas.
Lo peor es que esta mujer, que ha sido violada y ha vivido soportando el escarnio hasta que Faber entra en su vida, se doblega a instancias de un padre de familia poderoso en la comarca. ¿A qué podía temerle Juana a estas alturas? ¿Cuánta hipocresía solapada hubo en ella? ¿Cuánto oportunismo comportaban sus sentimientos hacia Faber? Mucho más digna e insumisa me parece la actitud de la Juana real que, contrariada por no poder recibir de su marido, el tratamiento sexual que deseaba, descubre y denuncia a quien la estafó.
Dicen que la escritora y actriz francesa Sylvie Testud, tiene métodos de trabajo un tanto incómodos para sus colegas: no visita el set antes del rodaje, ni se somete a ensayos. Como no domina el español tuvo que aprenderse los diálogos de memoria, captando el sentido de cada palabra y cada frase para que su entonación y gestualidad resultarán tan verosímiles como se ve en el filme. Su aplomo ante la cámara y la forma en que su rostro destila intensidad emotiva en los primeros planos, es impresionante. Sin embargo, no era necesario exponer a la suiza a un desnudo del busto; en todo caso no era al espectador, enterado ya, a quien había que mostrárselo.
Es un privilegio que Insumisas, co-producción entre Suiza y Cuba, haya contado con una actriz tan sólida para interpretar un personaje que, tal como estaba concebido el filme, debía travestirse y, además, requería una presencia física amoldable a la anécdota desde el punto de vista corporal y expresivo. Testud lo logra de manera muy digna; podría afirmarse que ya el doctor Faber tiene rostro para satisfacer el imaginario de quienes siempre pensaremos en Enriqueta Faber como esa persona extraordinaria que fue. Mucho más que insumisa: atrevida, osada, perspicaz, inteligente y petardista, que se burló de toda la sociedad cubana de la época para cumplir con su sueño hipocrático; pero también, para vivir una sexualidad prohibida en aquella época por el peso de una cultura patriarcal hegemónica, humillante y decadente; y hoy, apenas tolerada… por lo mismo.
Aunque en lo personal me satisface más un cine transgresor y polémico como el de La casa de Jack (Lars von Trier, 2018) que no sé si me escupe en la cara o me reivindica de todo lo que en este mundo se llama ahora “políticamente correcto”, aplaudo la existencia de un filme como Insumisas que, como mínimo me obliga a repensar mi realidad cotidiana. Así cumplen los realizadores, con ese reclamo de contemporaneidad que exige la audiencia más participativa.
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