Xavier Cugat y su música en el cine
Por: Rafael Lam
Xavier Cugat, músico nacido en Gerona, España, aunque puede ser catalogado como cubano porque estudió en el conservatorio Peyrellade, en La Habana, desde los tres hasta los doce años y absorbió la música cubana en los inicios del siglo XX y más adelante con los emisarios musicales que llegaban a Nueva York.
Fue el máximo impulsor de la música cubana y latinoamericana edulcorada, nació con “Aché” para los negocios de la música y supo darle una vuelta a los complicados y retumbantes ritmos cubanos como la conga y la rumba para adecuarla al gusto popular y masivo.
Se profesionalizó en el teatro Payret con un trío compuesto por Moisés Simons, compositor de El manisero. A los doce años llega a ser Primer Violín de la Orquesta Sinfónica Nacional de La Habana. Precisamente por esa vía, le hizo una caricatura al tenor italiano Enrico Caruso y llegó a ser amigo del divo italiano que lo invitó a Nueva York para que se perfeccionara en el violín.
En Nueva York junto a Rita Montaner trabajó en el Broadway durante 18 meses y después se enroló con su amigo Caruso en una gira y profundizó sus estudios en Berlín.
Regresa en 1924 a Nueva York, se presenta en un concierto en el Carnegie Hall, en esa oportunidad llegó a la conclusión de que nunca sería una súper estrella del violín, no quiso ser “segundón”; pensó en dejar la música, cuando se enrola como primer violín en la orquesta de Vicent López. Intentaron experimentar con la música popular, pero encontró la vía de introducirse en los negocios en Los Ángeles. En una de las exposiciones de antigüedades expuso sus caricaturas de estrellas de Hollywood, tuvieron mucho éxito, fue contratado en la meca del cine, y llega a conocer al genio Charles Chaplin.
Se casa con la cantante Carmen Castillo, a quien conoció haciendo de modelo de Dolores del Río. Carmen es quien lo convence de volver a la música. En 1927 forma su orquesta, especializándose en música latina y española. Se presentaron en el Montmartre de Hollywood con el tema de presentación Estrellita. Comenzaba a introducirse la música latina en EE.UU. hasta la llegada del gran boom de 1930 de la canción cubana El manisero, grabada por Antonio Machín con la orquesta de Justo Don Azpiazu.
El triunfo de Cugat se convirtió en una celebridad en Hollywood, se comenzaban a difundir los grandes éxitos cubanos y latinos. Contrató bailadores de tango presentados como “gigolós”.
El gran salto mundial lo alcanza en 1932 con un contrato la sala de baile en el prestigioso hotel Waldorf Astoria de Nueva York. La música latina se hace popular de costa a costa. Participa en diversas películas, lo llamaron Rey del Tango y Rey de la Rumba de salón. Las grabaciones llovían para la firma RCA Víctor.
Comenzaron las inagotables giras por todo el territorio norteamericano, su tesis se apoyaba en estas palabras: “Los estadounidenses no saben nada de música latina; no la entienden, ni la sienten. Así que la música que se les da debe ser más para los ojos que para los oídos. El 80% visual, el resto para los oídos”.
Acompañó a una enorme cantidad de cantantes, especialmente: Lena Roma, Rita Cansino (Rita Hayward), Bing Crosby, Frank Sinatra, Miguelito Valdés, Bobby Capó, Dese Arnaz, Fernando Álvarez, Alfredo Sadel, Daniel Santos, Tito Rodríguez y Miguelito Valdés “Mr. Babalú”, quien le dio a la orquesta un toque afrocubano.
“Los ritmos de nuestra orquesta –decía Cugat– cautivaron al público estadounidense que solamente usaba la música como fondo de conversaciones. Los ritmos latinos introdujeron otra atmósfera que los obligaba a moverse y levantarse de las mesas para bailar y vivir una nueva experiencia”.
Cugat regresó triunfador de La Habana en 1946, visito cines donde se proyectaban filme en los que su música estaba presente: Música del corazón y Aquí empieza la vida.
El músico también vino con el objetivo de presentarse en el cabaret Tropicana, la lluvia se lo impidió, en aquellos tiempos todavía no se había reestructurado el cabaret con uno de los salones bajo techo “Salón Bajo las Estrellas”.
Finalmente, el músico se instaló en el hotel Ritz de Barcelona con el deseo de montar en Ibiza un casino fenomenal, una emisora de radio llamada Radio Cugat. Los deseos no fueron cumplidos a pesar de haber vivido 90 años, falleció en Barcelona el 27 de octubre de 1990. En el cementerio de Gerona, se le recuerda con una lápida que dice: “Xavier Cugat, Catalá Universal” y como epitafio “Cugat, que va viure”.