Imanol Arias cuarenta años después
Por: Rafael Lam
Hace exactamente cuarenta años, yo colaboraba en el hotel Habana Libre con algunos espectáculos musicales que se hacían en la piscina, para que los estudiantes universitarios se divirtieran sanamente. Coincidentemente se encontraba hospedado el actor español Imanol Arias (Manuel María Arias Domínguez), quien tenía solamente 25 años.
En la presentación de uno de los músicos del grupo Irakere, Imanol se prestó para la conducción y el guión estuvo a mi cargo. Decía así: “Han tenido que pasar casi 500 años, después de la llegada de Cristóbal Colón a Cuba, para que yo pudiera ahora presentar un grupo musical en La Habana y estar trabajando en una película dedicada a Cecilia Valdés”.
En los momentos de descanso, Imanol me contó los avatares por los que tuvo que pasar para llegar a ser actor: “En 1975 viajé a Madrid con el deseo de introducirme en el ambiente artístico de la capital. Trabaja como figurante en el Teatro de la Zarzuela, pero no logré matricular en la Escuela de Arte Dramático y las dificultades económicas que atravesé me obligaban a resguardarme en no pocas ocasiones en el metro madrileño. Era la etapa de la bohemia artística por la que casi todos debemos pasar”.
Recuerdo en aquellos días las escenas de la película de Humberto Solás, a una de esas escenas, quizás de las más masivas, fui invitado por Imanol. Era la escena que se desarrollaba en la Plaza Vieja, muchos actores (esclavos negros), carretillas de frutas, mulatas del rumbo, un enjambre humano. El asistente gritando con su bocina, la tensión era mucha; pero Humberto, muy relajado (aparentemente). Tiempo después me dijo: “Yo parecía estar muy relajado, pero la procesión iba por dentro; fueron momentos de mucha tensión, cientos de extras, decena de actores, un verdadero caos que había que encauzar”.
Pues bien, pasados cuatro décadas me encuentro nuevamente con Imanol Arias, ahora me cuenta que la película Cecilia, le fue de mucha ayuda, “nos presentamos en el Festival de Cannes en 1982. Ese año encadenó los rodajes de cuatro películas importantes: Laberinto de pasiones, de Pedro Almodóvar; La colmena, de Mario Camus; Demonios en el jardín, de Manuel Gutiérrez Aragón y Bearn o La sala de las muñecas, de Jaime Chávarri. En 1983 aumentó la popularidad al estrenarse la serie de televisión Anillos de oro, que protagonicé junto a su autora, Ana Diosdado. Después me convierto en uno de los intérpretes más solicitados del cine español de la época, comparto con jóvenes como Ana Belén, Ángela Molina y Victoria Abril, así como actores consagrados como Fernando Rey, Amparo Soler Leal o Francisco Rabal. En 1987 y 1988 consigo el reconocimiento unánime de crítica y público encarnando a Eleuterio Sánchez en las dos entregas de El Lute. Gané la Concha de Plata al mejor actor en el Festival de San Sebastián y recibí dos nominaciones a los Premios Goya. La película Camila, de María Luisa Bemberg, fue nominada al Óscar de Hollywood como mejor película de habla no inglesa”.
En Cuba, en 1989 –le dije–, te vimos en la televisión en la serie policíaca Brigada Central. También nos enteramos de tu cuarta nominación al Goya por la película Intruso. En 1995, tu trabajo con Pedro Almodóvar en La flor de mi secreto, junto a Marisa Paredes y supimos de tu primera incursión en la dirección cinematográfica.
“Después de toda esa aventura, en el 2003 recibo el Premio Málaga otorgado en el marco del Festival de Cine Español de Málaga, inauguran un monolito en mi honor en el Paseo Antonio Banderas de la ciudad andaluza”.
Sobre Humberto Solás hablamos, me dijo: “era un gran director, la película Cecilia no fue todo lo que se esperaba, pero, muchos grandes actores como Rubén de Falco, se percataron de que ahí había un director de clase. Es lamentable que fumara tanto y, el humo acabó con él”.
Imanol se lamentó no haber visitado Cuba mucho antes, pero cumplió con su retorno que seguramente no será la última vez.