Meñique: la Odisea cubana
Este 14 de marzo estuvo de cumpleaños el caricaturista y director de animación Ernesto Padrón Blanco (Cárdenas, Matanzas, 1948). Desde CUBANOW, lo felicitamos y compartimos fragmentos de una entrevista publicada en nuestra revista digital el 12 de agosto de 2014.
Por: Maya Quiroga
Fotos: Tomadas de Internet
Ernesto Padrón Blanco (Cárdenas, Matanzas, 1948) llevaba toda una vida preparándose para emprender la realización de su obra mayor: Meñique, el primer largometraje realizado en la Mayor de las Antillas mediante la técnica de animación 3D.
Desde la niñez Ernesto era fanático de los superhéroes y los cómics. En los inicios de su adolescencia, comenzó a incursionar en la realización audiovisual, de manera aficionada, junto a su hermano Juan Padrón y su primo Jorge Pucheux. Esa pasión lo perseguiría como una suerte de obsesión hasta que un día logró coronar el sueño de formar parte de los Estudios de Animación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
¿Cómo logró convertirse en realizador de dibujos animados?
–Mi hermano, mi primo y yo éramos amantes de las historietas norteamericanas y también fanáticos del dibujo animado. Incluso llegamos a hacer animaciones en papel con una cámara KODAK de 8 mm, animamos los juguetes en una especie de stop motion, películas de trucos y filmamos en blanco y negro y en colores con argumentos que muchas veces no respetábamos al final. Llegamos a terminar hasta un largometraje uniendo cuatro o cinco rollos de KODAK.
“Los temas de nuestras películas eran la guerra, la ciencia ficción, los detectives. Es una lástima que se hayan perdido porque mi primo Jorge Pucheux, quien trabajaba en la truca en el ICAIC, se las llevó para limpiarlas porque habían cogido moho y no se pudieron recuperar.
“Después la vida llevó a mi hermano a la sección fílmica del MINFAR y yo pasé a la dirección política de las FAR donde se hacía diseño gráfico. Allí aprendí con Eduardo Bosch, un famoso diseñador cubano. Siempre tuve del anhelo de hacer dibujos animados pero la vida te va conduciendo por lugares insospechados.
“Más tarde pasé al taller de diseño del Partido Comunista de Cuba, de ahí a divulgación de la Unión de Jóvenes Comunistas y a dirigir la Revista Zunzún. En 1998 vine para los Estudios de Animación del ICAIC. En busca de mi sueño”.
¿Qué fue lo primero que hizo en los Estudios del ICAIC?
–Le di continuidad a una famosa serie de dibujos animados titulada la enciclopedia de Los ¿Por qué?, que ya venía de una sección de la Revista Zunzún donde los niños enviaban preguntas y nosotros las respondíamos a manera de historieta. Esa fue la primera serie donde se emplearon técnicas de computación en Cuba. La codirigí junto a Jorge Oliver. Posteriormente dirigí una campaña para el ahorro de electricidad. Y después la serie Para Curiosos.
Meñique es su primer largometraje, ¿se puede entonces decir que todos los trabajos anteriores le sirvieron de base para acometer su obra mayor?
–Sí, había trabajado como director asistente de Más vampiros en La Habana. Pienso que una obra como Meñique necesita de un grado de madurez del creador. Yo tenía esa idea desde que entré a los Estudios de animación del ICAIC, pero primero quería adquirir más experiencia, aprender más de la animación 3D. Desde los Para curiosos y Los ¿Por qué?, habíamos incursionado en cortometrajes con esa técnica.
Juan Padrón afirmó en cierta ocasión que la Escuela Cubana de Animación se caracteriza por la jocosidad, por las historias auténticas y originales, por el montaje vertiginoso, por el colorido, por el empleo de una banda sonora alegre. ¿Cuántas de estas características usted cree que están presentes en Meñique?
–Creo que Meñique es una continuidad de toda esa concepción que nació con mi hermano, el maestro, quien cambió totalmente la manera de hacer porque el dibujo animado cubano no se parece ni al norteamericano ni al europeo. Es un producto muy nuestro, aunque tiene toda esa herencia anterior, de formas de ver, de recursos expresivos pero que hoy el público recibe de una manera diferente porque se ve reflejado en esa obra.
“La idea base de la historia es muy linda y tiene todos esos recursos expresivos como las situaciones humorísticas, lo costumbrista. Eso forma parte del producto que se le ofrece al espectador como algo novedoso”.
Según mi punto de vista, en Meñique también está presente la impronta de Tulio Raggi (creador de El negrito cimarrón), ¿Cuál es su opinión al respecto?
–La película tuvo como característica que yo invité a varios pintores a diseñar las escenografías. Dos de ellos realizaron la mayoría de las escenografías: Reinerio Tamayo y Tulio Raggi (La Habana 1938-2013). Por supuesto que Tulio dejó su estilo inconfundible en la película.
En Meñique se puede encontrar un enfoque de género porque la princesa no es la tradicional muchacha que espera a un príncipe que la rescate y le proponga matrimonio, sino que es una suerte de heroína que rompe los paradigmas.
–Creé un personaje que se llama Yeyín. Siempre me ha gustado resaltar los personajes femeninos porque hay tan pocas heroínas, negros, mulatos, en nuestra cultura, son grandes carencias. En el caso de la princesa la caracterización fue en primer lugar conceptual porque en el cuento original ella es el premio final de Meñique. La premisa dramática es el saber puede más que la fuerza, pero la pregunta dramática es ¿Se casará Meñique con la princesa? Quise que ese premio estuviera al mismo nivel que Meñique.
“Es una mujer que en primer lugar porta la justicia social como su objetivo. Físicamente tiene los ojos carmelitas, como la mayoría de las personas, su cuerpo tiene abundantes curvas como el de algunas cubanas. Es valiente. Su acción tiene una incidencia en la historia. El hecho de que Meñique logre conquistar a una mujer que bien vale la pena, magnifica al propio héroe. Ella es envenenada con un mamey, en lugar de una manzana. Eso también le da un toque de diferencia al personaje”.
¿Qué reto significó dirigir a alrededor de 200 técnicos durante cerca de seis años? ¿Cómo se integraron el equipo de España, de los Estudios de Animación del ICAIC y los animadores de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI)?
–Fue una Odisea, una escuela desde el punto de vista de diseño de producción, porque primero no contábamos con todas las condiciones. Cuando empezamos, no teníamos especialistas para todos los procesos que eran muy complejos y debíamos buscar y enamorar a los que existían, hacer cursos de capacitación para el resto del equipo. En eso nos ayudó mucho la UCI: brindándonos sus laboratorios, sus computadoras.
“Durante toda la etapa de pre-producción, los especialistas laboraban en sus casas. Nos veíamos una vez a la semana para revisar el trabajo, buscando el estilo artístico. Ya en el período de producción, cuando teníamos la tecnología necesaria para trabajar, seguimos la capacitación porque un largometraje te enfrenta a muchísimos problemas. Te enseña a trabajar, pero, al mismo tiempo puede retrasar la producción porque cuando cometes un error lo pagas volviendo al punto de partida. Son procesos encadenados.
“La selección del personal fue muy importante. Teníamos que buscar personas con talento, con calidad técnica y, al mismo tiempo, con calidad humana porque el cine es un arte colectivo y tú no puedes sumar talento si esa persona no sabe trabajar en equipo ni disfrutar ese momento creativo.
“El trabajo a distancia con el equipo español fue muy difícil también. Era la primera vez que se hacía algo así. Los que más sufrieron por las condiciones con el Internet en Cuba fueron los españoles. A través del correo electrónico enviaban escenas iluminadas y compuestas, que debíamos revisar y hacerles los ajustes, recibirlas y llevar un control de esos procesos, tanto los de Cuba como los de España. A la vez de difícil fue muy divertido. Me divierten mucho los retos.
Algunas personas esperaban llegar a las salas de cine y ver una proyección estereoscópica. ¿Cómo fue el proceso de realización de la película?
–Como ahora está de moda la proyección en 3D las personas pensaron que era la primera película cubana que iban a ver con espejuelos. En realidad, la animación 3D es una herramienta que surge para hacer dibujos animados como si fueran una película de ficción.
“Como los personajes se modelan en tres dimensiones, las escenografías tienen ancho, alto y profundidad, eso te permite usar como recurso expresivo una cámara virtual. En el 2D tienes que simular la profundidad espacial. En el mundo virtual, la profundidad es real, te puedes mover en un punto con tres dimensiones. También puedes crear sets de luces. Otros recursos expresivos son los cambios de encuadres, los efectos especiales tanto en 3D como en 2D. Es un mundo fascinante desde el punto de vista del lenguaje cinematográfico.
¿Cómo se realizó el casting de voces?
“El casting se hizo a partir de la selección de actores y actrices que nunca habían trabajado en el cine de animación. Se seleccionó un elenco de primera por lo que significaba Meñique que era una superproducción del ICAIC.
“Solo realizamos un casting, casi a ciegas, para buscar los personajes protagónicos principales: Meñique y la princesa. Para eso escogimos siete actrices y siete actores, hicimos una animación con dos parlamentos y ellos doblaron encima de esa animación los parlamentos que eran uno más neutro y otro enfadado. Luego numeramos cada actor. La selección la hicimos oyendo las voces que cumplían los parámetros que deseábamos en cuanto a la caracterización del personaje”.
Algo que le haya quedado por decir
–Estoy muy satisfecho con todo el trabajo del equipo, sobre todo los productores, los animadores y los especialistas en 3D, a quien quiero darles las gracias por toda la paciencia que tuvieron durante seis años y medio. También estoy muy agradecido del elenco de actores que realizó un trabajo excelente.
“En especial quiero agradecer al músico español Manuel Ribeiro quien hizo una labor excepcional con la música incidental, a Edesio Alejandro, la Orquesta Sinfónica Nacional, Silvio Rodríguez, el Coro de Cámara Exaudi, Pancho Amat y los cantantes Anabell López, Ernesto Yoel y Miriam Ramos”.
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