La música y el béisbol en Cuba
Por: Rafael Lam
El próximo 19 de octubre, en el Estadio Palmar de Junco, Matanzas van a declarar Patrimonio Nacional al béisbol, la querida pelota, la diversión nacional. Así que usamos este hecho como pretexto para escribir sobre la relación de la pelota con la música. Hay muchos especialistas que han escrito entre ellos el cronista Rubén Rodríguez y el musicógrafo Helio Orovio.
En Cuba se inaugura el domingo 28 la Serie Nacional de Béisbol, la pasión deportiva de los cubanos y, como la música es un reflejo de la sociedad, encontramos una estrecha relación entre la música y el béisbol.
Muchas canciones se han dedicado al béisbol. Peloteros han sido cantantes y a su vez muchos cantantes eran aficionados al denominado pasatiempo nacional. Hay una foto de Benny Moré, con traje y todo, en el dodgound del equipo Habana mientras Roberto Faz no se perdía un juego de los reglanos.
Algunos de los temas musicales beisbolísticos que más recuerdo:
"A la pelota con Carlota (Los Hermanos Bravo y el Conjunto Casino). De pelota no, Septeto nacional. Tírame la pelota, María (Chapottín y sus Estrellas). Enséñame la bola (Leyva y Sur Caribe). Amorós se la comió (Aragón). La Aragón difundía un son de Rafael Bacallao y O. Pérez: “Si quieres jugar conmigo, /tienes que darle a la pelota…/ si no bateas no juegas…/ la pelota se va, / la pelota se va, / la pelota se va, /".
La América con Jorrín difundía aquello que decía: “Cuando Miñoso batea de verdad/ la bola baila en el cha cha chá/. Las congas de La Salud-Quivicán hacían una versión con Pedro Chávez que decía:
“Cuando Pedrito batea de verdad/ la bola baila en el cha cha chá/”. Los Van Van tienen un estribillo, cantado por Pedrito Calvo, que se escucha en los temas beiboleros: “Que yo no quiero discutir de pelota, / que yo no quiero discutir, / no me interesa quien la bota, / que yo no quiero discutir/”.
Y de la vieja guardia se recuerda unas notas de la Orquesta de Raimundo Valenzuela de San Antonio de los Baños, el pueblo de Silvio Rodríguez.
De los músicos que fueron jugadores de béisbol, según datos de Félix Julio Alfonso, mencionamos algunos: Eduardo Morales “Tiburón” (Son 14). Rolando Macías, pelotero de azucareros y Las Villas. Roberto González Echevarría danzonero. El cobrero Manuel Alarcón que hizo leyenda con el equipo Oriente fue cantante, en Bayamo. Rafael Cueto integrante de Los Matamoros. El conjunto de Matamoros le ponía música a las reflexiones de Eladio Secades:
“Donde quiera y como quiera/ que te pongas pelota/ Donde quiera que tú vayas//, pelota/ Donde quiera que te metas pelota…/".
Muchas de las decisiones finales de la Serie Nacional están relacionadas con el tema del hit del momento. Cuando Marquetti desapareció la pelota decidiendo el juego con Pinar del Río, en 1986, estaba de moda La berenjena, con Los Latinos y la voz del Ruso. En la Serie de 1997, ganaron los Industriales con aquello de:
“Porque hay que estar arriba de la bola/ arriba de la bola/ arriba de la bola/”
Fue el exitaso del siglo XX.
Muchos de los juegos de pelota se acompañan con una buena conga cubana donde el público va coreando los estribillos dedicados al béisbol o que están de moda. Nada que la pelota y la música están muy unidos porque son dos de los medios culturales más importantes de los pueblos americanos.
Alarcón decía:
“Cierren la Trocha y preparen al Cocoyé”. Y cuando Industriales ganaba, en los estribillos decían: “Los Industriales silenciaron al Cocoyé”.
Si como afirma Eladio Secades, “en el béisbol nacional no hay diletantes, sino críticos. No hay aficionados inocentes y fáciles de complacer, sino expertos armados de cultura y exigencia”, podríamos considerar que en el mundo del cine sí hay cuantiosos diletantes, también críticos, algunos buenos, pero abunda también mucho crítico diletante refugiado tras la muralla escurridiza de las redes sociales, más cargadas de exigencias que de cultura.
Sugerencia del autor: Al habla con un narrador deportivo
Decía Bertolt Brecht que artista no es solo aquel que se inspira y crea, sino también el que con su trabajo consigue que otros se inspiren y creen.
De estas revelaciones hilarantes pasamos a entramados más reflexivos, citemos, por ejemplo, los párrafos que recogen las proezas de Orestes Minnie Miñoso o Martín Dihigo, el Maestro, el Inmortal; la participación de nuestros atletas en el béisbol de la gran carpa, las ligas negras y los campeonatos latinoamericanos; algunos pasajes de la historia del béisbol venezolano (deuda del autor con la tierra que lo vio nacer); la intervención de peloteros mambises en las contiendas independentistas; la crónica de Casal sobre el primer libro dedicado al béisbol en Cuba; los equipos femeninos; el himno de Gibara; la caracterización de la República que hiciera Cintio Vitier relacionada con la práctica deportiva, o los versos de Fina García Marruz que describen aquellos años:
“Hablo de un tiempo en que lo único serio fue el deporte…/ Solo era libre el pelotazo de Luque”.
“No por gusto es el deporte de las estadísticas. (…) En cada lance puede pasar cualquier cosa. Es un enigma”. En eso lleva razón, si lo comparamos con el cine podríamos aseverar que la séptima de las artes contiene infinitas probabilidades discursivas, tanto en su estructura de guion como en el lenguaje técnico, al punto de que numerosas películas han sido narradas desde el final de la trama hacia el inicio, sin que por ello disminuyan las expectativas y la obra deje de ser eso: un enigma.
Con información de PL
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