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Pacificado, más allá del morbo y la violencia

Por: Berta Carricarte

La favela, nombre que reciben los asentamientos pobres al pie de las grandes urbes brasileñas serán, mientras existan y habiten el imaginario cultural, un abrevadero de juglares. La escenografía y el espíritu reinantes en esos barrios emblemáticos, le imprime a cualquier relato surgido de allí, un aura mística y un sentido dramático, más allá de su potencial narrativo.

Nadie extraño entra en la favela. La policía no entra en la favela. Los extraños no entran en la favela. Un turista precisa un guía autorizado para entrar en la favela. La favela es aquella colina que parece un enjambre de abejas. Aquello que paradójicamente se empina hacia el cielo, es la favela. Ya Ciudad de Dios (Fernando Mierelles) había mostrado que las jerarquías de poder dominantes en estas comarcas, podían condicionar incluso el rodaje de una película. Sólo con la aprobación del bandolero jefe local fue posible filmar en un asentamiento periférico de Rio de Janeiro, contar con la protección y seguridad adecuadas para crear aquella película, y reclutar personal no profesional entre los residentes para trabajar como actores, lo cual dio el toque de imprescindible verosimilitud y autenticidad que tiene esa obra.

Motivado por la Copa Mundial de Futbol en Brasil en 2014 y por los Juegos Olímpicos de Río en 2016, el gobierno desplegó unidades de policía pacificadora (UPP), con el fin de mantener bajo control la violencia en las favelas cariocas. Ese será el contexto de Pacificado, revisitación de lo que pasa dentro de esa geografía suburbana y desfavorecida; dentro ese micromundo de precariedades y humildad, asociado al crimen callejero, y donde muchas veces la vida no vale nada.

Este segundo largometraje del estadounidense Paxton Winters (Crude, 2003) comienza centrado en Tati, una adolescente de 13 años que espera la excarcelación de Jaca, su padre, para verlo retomar la jefatura del barrio, a fin de que terminen los excesos del actual sicario, y que ni ella ni su madre tengan que seguir trabajando para traer algún dinero a casa.

Sobre las espaldas de tres actores principales, Débora Nascimento, actriz profesional y modelo que interpreta a la madre de Tati, Cassia Gil (Tati) y Bukassa Kabengele (Jaca), descansa la tarea de animar un relato que por momentos parece repetir una receta de telenovela. Sin embargo, termina por concentrarse en las sencillas aspiraciones de Jaca que, como exconvicto aleccionado, se ha propuesto no volver a prisión; de ahí surge el conflicto principal de la cinta. Este personaje, cuya presencia capitalizará la segunda parte del filme, no está interesado en volver a ser jefe pandillero. Pero casi le costará más trabajo salir de la criminalidad que volver a empuñar una pistola.

El actor y cantante Bukassa Kabengele, nacido en Bélgica de padres congoleños, recibió la Concha de Plata al Mejor Actor por la cinta, en el 67 Festival de Cine de San Sebastián.  Kabengele dedicó el premio a todos los brasileños negros e indígenas y añadió que, a través de su personaje, eligió ser voz para los que no tienen oportunidades. Más cuestionable resultó que la cinta se acreditara la Concha de Oro a la Mejor Película, pues en verdad la dramaturgia da no pocos traspiés y está plagada de tópicos propios del subgénero. En buena lid, Pacificados no es mucho más que un policiaco arrabalero frisando el melodrama folletinesco con tintes de reguetón.

Paxton Winters, quien contó con el apoyo de su coterráneo y prestigioso realizador Darren Aronofskty  como uno de los productores, ha vivido por más de siete años en la favela Morro dos Prazeres, y de esa experiencia derivó su interés por hacer una película allí. Para un profesional de su linaje, quien en su faceta periodística ha viajado el mundo como reportero para cadenas como CNN, BBC o Al Jazeera, esta no es una aventura más, sino una manera de rendir homenaje respetuoso a una realidad de la que ha sido testigo. Vivirla y no filmarla habría sido para él un pecado profesional.

Sugerencia de la autora: Los pacificados del Morro dos Prazeres

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