Tuitea conmigo: Nunca más Arthur Rambo
Por: Berta Carricarte
No creo que pasar muchas horas en internet sea malo per se. Hay mucho conocimiento e información vertidos allí, y muchas mentes inteligentes y sensibles proyectando su discurso gratuito para bien de la humanidad. Abundan también grupos en los que se pueden compartir ideas profundas o estilos de vida saludables. Ya se ha dicho: el problema no son las redes sociales, sino el uso que hacemos de ellas. Hay youtubers tontos hablando estupideces; hay manipuladores ideopolíticos; fariseos de derecha y de izquierda; hay chistosos, payasos, gurúes y hasta sociópatas. Y un paso más allá está el personaje recreado en Arthur Rambo (Laurent Cantet, 2021), largometraje galo presente en La Habana como parte del Panorama Internacional.
Director de Recursos humanos (1999), La clase (2008) y Regreso a Ítaca (2014), Laurent Cantet se enreda ahora en un tema preñado de actualidad y que fascina a no pocos cineastas: las redes sociales. Con guion del propio Cantet junto a Fanni Burdino y Samuel Doux, la cinta francesa cuenta la historia de un joven que traspasa los límites de lo políticamente correcto, a consecuencia de lo cual sufre un linchamiento mediático en su momento de mayor glamour. Karim D. (Rabah Nait Oufella) escritor de origen árabe acaba de ascender a la cúspide de la fama, con un libro inspirado en acontecimientos de la vida de su madre; y mientras firma autógrafos, su reputación sufrirá un rotundo descalabro al descubrirse que el antipático influencer Arthur Rambo y él son la misma persona.
Una verdadera variedad temática vemos derivarse de las nuevas relaciones desencadenadas gracias a los dispositivos de conexión a internet. La tecnología celular que ha invadido la vida doméstica desmonta antiguas prácticas de socialización, para instaurar nuevos códigos de intercambio e información. A través del ciberespacio se están poniendo en juego valores elementales de una sociedad que se presume civilizada, así como la naturaleza profunda del cibernauta, sujeto a la peligrosa dualidad que enmascaramiento y revelación imponen a quien actúa en la red de redes. Toda la gama de situaciones que genera la fauna viviente en el espacio virtual de la internet da para concebir buena parte de las tramas cinematográficas que estamos consumiendo ya. Pero la inmediatez y popularidad de estos temas es una cosa y su feliz concreción como obra fílmica es otra.
Además de parecerme fallida la peripecia tan simplona mediante la que se devela el perverso avatar de Karim como Arthur Rambo, también hay bastante oscuridad en cuanto a la posición ética del filme. Casi en los momentos finales, el hermano adolescente de Karim D. lo culpa de traición, de renunciar y negar los postulados fascistas con los cuales había conquistado la admiración suya y de sus compañeritos. La respuesta de Karim consiste en replegarse servilmente ante ese reclamo. Tomando en cuenta que, como norma cultural “los niños son la esperanza del mundo”, ¿en qué quedamos Cantet? Según su propuesta ética ¿es legítimo o no promover racismo, violencia, misoginia, homofobia, y el resto del pandemónium que profesa Karim D. bajo su máscara de Arthur Rambo?
La fotografía optó por el cuadro foto carnet para recrear la cercanía e intimidad del dispositivo mediático. Mala idea, pues la insistencia desde el primer instante sobre el rostro del actor produce un efecto de cansancio óptico y una sensación de falta de creatividad en la puesta en cámara. Pudo haberse dosificado esa propuesta visual, de manera que representara el agobio paulatino del protagonista, en la medida en que los caminos se le cierran y que el ataque a su alter ego se hace más intenso y devastador.
Por otra parte, el siniestro juego de palabras que encierra el título del filme es, para mí, una definición de la película. Según sugiere, integra en una sola entidad ficticia el nombre de Arthur Rimbaud, poeta francés irrepetible e insuperable que como buen enfant terrible tuvo una juventud escandalosa y una muerte precoz, y la figura de Rambo (literaria y cinematográfica) identificada con la violencia y el nihilismo fascistoide. Esta dualidad que reproduce el bipolarismo social del propio Karim, declara la naturaleza del filme conseguido por Cantet: mezcla de cine de resistencia frente al estilo mainstream, y mezcla de esnobismo y cine de entretenimiento, que pretende vender un personaje tan agudo y frágil, como cínico y alienado.
Desde un argumento apoyado en el modelo mítico de Dr. Jekyll And Mr. Hyde, el resultado de su impacto como obra artística no me deja más que el lamento de un par de horas perdidas, tiempo de sueño postergado y el empacho de una imagen que vuelve a mi cabeza una y otra vez, la cara insustancial de Karim, como una cancioncilla pegajosa que Dios sabe cuándo dejaremos de tararear involuntariamente.
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