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Homenaje fílmico a Santiago Álvarez e Iván Nápoles

Por: Maya Quiroga

En la memoria colectiva pervive el Noticiero Icaic Latinoamericano, que vio la luz en junio de 1960, por iniciativa del intelectual Alfredo Guevara y acompañó a los cinéfilos cubanos hasta el 19 de julio de 1990.

Aquellos noticieros cerca de 1493, eran semanalmente transmitidos en las salas de cine antes de la película de estreno. Con ellos se daban a conocer los pormenores acerca del contexto cubano, latinoamericano e internacional, y sobre las luchas por los derechos civiles en los Estados Unidos.

No faltaban las noticias editadas con un criterio artístico, impregnadas en muchos casos de recursos expresivos como la ironía y el sarcasmo. Eran, al decir del crítico Frank Padrón, un importantísimo testimonio, pedazos de realidad que nos actualizaban sobre todo lo que acontecía en el mundo, con aquella magistral síntesis periodística y aquel uso maravilloso del lenguaje cinematográfico.

Una parte de ese espíritu es palpable en la estética del largometraje documental Los ojos de Santiago (una coproducción entre Vietnam y Cuba) de los realizadores Osaín Álvarez y Rodrigo Vázquez que tuvo su exhibición especial en la habanera sala Acapulco, como parte del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

El reencuentro con ese cine crítico que tanto preconizó Santiago es uno de los puntos de partida del audiovisual. Parece que el tiempo no ha transcurrido y nuevamente a Daniel Diez, sonidista devenido realizador, no le permiten filmar dentro de la cafetería La Pelota de 23 y 12, donde décadas atrás el administrador de turno trató de frustrar la realización de una nota relacionada con la calidad de las croquetas que se expendían allí.

Esta vez eran Osaín y el argentino Rodrigo los directores del equipo, quienes con el mismo ímpetu de Santiago mostraron en pantalla al actual funcionario que en tono agresivo los expulsó de la cafetería, luego de que Daniel recordara la anécdota recogida para la posteridad en el Noticiero Icaic.

En el documental el hijo va tras las huellas de su padre, junto con el camarógrafo Iván Nápoles para recrear una de las escenas de Mi Hermano Fidel. Más tarde viaja a Vietnam para constatar cuán presente está el legado del autor de Hanoi, martes 13, luego de 45 años, en algunos sobrevivientes de la guerra y sus familiares afectados por la contaminación con el agente naranja que utilizó la Fuerza Aérea norteamericana.

Según explicó Frank Padrón durante la presentación del filme, Osaín llevaba años pensando hacerle este homenaje a su progenitor y Rodrigo había estudiado la obra del documentalista en la Escuela Nacional de Cine de Argentina. La había revisitado al comienzo de su trabajo en zonas de guerra. Precisamente Hanoi, martes 13 era una de las obras que tenía en mente cuando filmó su primer bombardeo aéreo sobre una población civil en la franja de Gaza, en el 2001.

Por su parte, Osaín había compartido momentos intensos con el camarógrafo que había filmado las imágenes desoladoras del conflicto bélico en Vietnam, las cuales medio siglo después de plasmadas en celuloide, ya estaban afincadas en el inconsciente colectivo latinoamericano.

«Para ambos realizadores encontrarse filmando a Iván Nápoles, que junto a Santiago había arriesgado su vida para conjurar esas imágenes, era un sueño hecho realidad, sueño tan grande como estrenar este filme, Los ojos de Santiago, en La Habana, tantos años después”, leyó Padrón como parte del mensaje enviado al Festival por Osaín.

Santiago y su cine crítico fue la conciencia de los que no tenían voz. Osaín, al igual que su padre, es un gran realizador dotado de una especial sensibilidad. A través de este texto fílmico, de gran belleza, profundidad y algunas dosis de humor, podemos admirar más la grandeza del pueblo vietnamita que luchó con gran arrojo y valentía por alcanzar su independencia durante dos décadas y hoy es un país próspero que no olvida sus raíces, historia e identidad.

El largometraje de Osaín y Rodrigo concluye con una relectura de una obra imperecedera de Santiago, considerada por la crítica especializada como precursora del actual videoclip. Se trata de una reedición de Now!,actualizada con imágenes de las luchas de los afrodescendientes que hoy son víctimas de la violencia policial en las calles de los Estados Unidos.

Todos los presentes en el Acapulco agradecieron esta presentación especial con una ovación cerrada y palabras de elogio para Lázara Herrera, productora ejecutiva del documental que asistió en representación de los realizadores.

La directora de la Oficina Santiago Álvarez del Icaic, al finalizar la proyección le comunicó a su hijo Osaín, vía Internet, cuán emocionados estaban los espectadores que tuvieron el privilegio de ser testigos de este estreno en Cuba.

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