La tinta con empeño, entra. Ariel Bravo y el cómic de hoy
Por: Haziel Scull Suárez
Ariel Bravo Morales (La Habana, 1994) contrasta lo dinámico de su trazo con lo sereno de su personalidad. Estamos ante uno de los jóvenes realizadores, egresado de los Talleres de Historieta de Vitrina de Valonia y Editora Abril, integrante de proyectos como a+ y Kronikas, y que, debido a la profesionalidad de su trabajo, ha ubicado la temática de la ciencia ficción en el panorama nacional. Tras su paso por la especialidad de artes plásticas en el ISA, comienza a publicar en el año 2020 en la revista Mar y Pesca, espacio en el cual afirma se consolidó su espíritu de historietista. Su obra formó parte del catálogo de artistas que colaboraron en proyectos como Yomerizzo y Krystapp. También se ha integrado a Libro de Cristal con Hero Genesis Proyect y Kipp/AMP Brooklyn en los Estados Unidos y ha estado en la plantilla de diversas antologías; y no solo ha logrado una mirada diferente, sino que ha marcado una pauta entre los nuevos creadores del género.
Dueño de un formidable dominio de la figura humana, explota el alto contraste en cada plancha que dibuja. Su predilección por el detalle, lo expresivo del personaje y el trasfondo gráfico de donde se realiza la historia, lo convierten en un referente del nuevo quehacer del cómic cubano. Un artista que, desde un discurso coherente con su manera de vivir, rara vez sale a la calle sin sus armas preferidas: papel y lápiz. Él sabe que en cualquier sitio puede surgir una historia.
¿Cómo ha sido tu tránsito por el mundo de la historieta?
Muchas son las historias que pueden contar los artistas por el mundo y las batallas que libran por hacer de su arte, bandera. Los artistas de cómic lo tenemos más claro aún. En mi caso no ha sido diferente: un camino matizado por una casi inexistente disponibilidad de iniciativas por parte de muchas instituciones que entienden la historieta como un arte menor, por la carencia de recursos y por unos muros construidos por situaciones adversas, muchas veces, incomprensibles. Sin embargo, como muchos colegas del gremio, representamos la sangre nueva del cómic y gracias a las personas e instituciones (La editorial Abril, el centro cultural Vitrina de Valonia, las Jornadas ArteCómic, por mencionar algunos ejemplos) que han dedicado tiempo a nuestro crecimiento artístico, hoy podemos contar con algunos artistas satisfechos y colaboradores. En mi caso, yo hacía cómics incluso antes de conocer el concepto en sí mismo. Recuerdo que durante mi etapa de primaria (cuando comprendí que un dibujo tras otro podía contar una historia) comencé a transitar por cuanto curso de dibujo existiera, siempre buscaba dónde contar mis historias. Me costó encontrarlo, mas, nunca dejé de producir. No fue hasta concluido mis estudios que, gracias a unos talleres de dibujo que daba en la casa de cultura Alamar, en Habana del Este, conocí al profesor Héctor Saroal y fue él quien me insertó en la Vitrina de Valonia. Fue en ese momento cuando se dio mi despertar como artista. A partir de ese año (2013) comencé a verme como historietista.
Observando que tu dibujo sería muy exitoso en el campo ilustrativo, ¿por qué te has dedicado a la historieta y no la ilustración?
Nuestro profesor -Héctor Saroal- nos solía decir que dentro de nosotros hay una batalla constante entre el ilustrador y el historietista, y así será siempre. Sin embargo, quien tiene bien definido su camino, no se pierde en el trayecto. Por un lado, el arco narrativo, el diseño, la psicología de los personajes y, por el otro, la compenetración y el amor del lector hacia la historia que creas hacen del cómic un arte de entrega de innegable atractivo que con el paso del tiempo se vuelve parte indispensable de tu vida. La ilustración me limita. El cómic, considero yo, hecho por las manos correctas, es un arma poderosa de movimiento de las masas. Pero, particularmente, es el amor de mi vida.
Hemos leído varias de tus historias en las cuales la temática está en lo ficcional, generalmente, en Cuba. ¿Cómo ves el desarrollo del cómic de ciencia ficción en la producción nacional actual?
Cuba es un lugar de donde muchos jóvenes llevan como identidad secreta su afición al comic. Dibujan sus historietas sentados en cajas, en el suelo o a la luz del móvil; en ocasiones, verdaderas obras de arte sin pulir, se enfrentan a la falta de materiales y de apoyo. Ellos dibujan por amor a lo que hacen. De eso hablamos cuando mencionamos la ficción en el cómic cubano, la cual cuenta con artistas muy talentosos, generalmente, undergrounds; quienes, condicionados por la debilidad de la industria editorial, se resignan a participar en muy pocos concursos o talleres, limitando a su vez la publicación de la nueva generación del cómic. Realmente, la ficción no es lo preferido por las propias editoriales, estas mismas a veces sacrifican una buena historia de CF por una de corte más dramático o histórico; lo que, muchas veces, condiciona al lector. Pero son precisamente estos jóvenes de hoy los que, desde sus propias historias, no dejan que el cómic de CF muera. Yo fui uno de ellos.
Publicar de manera seriada en revistas de alcance nacional es un privilegio que pocos tienen. ¿Cuál ha sido tu experiencia en la realización de historietas seriadas?
Tuve la oportunidad de colaborar en una publicación seriada por período de un año con la revista Mar y Pesca. Fue mi primer choque con un proceso editorial y pude disfrutar de la retroalimentación que se da entre empleado y empleador, así como del crecimiento profesional que di de manera imperceptible en un primer momento. Me provocó suma alegría ver mis garabatos por primera vez impresos en las páginas de algo que llegó al público, meta de cualquier historietista. Indescriptible; aunque, en numerosas ocasiones, ese sentimiento es opacado por las maneras, o el desconocimiento, con que se trata el tema del cómic. No obstante, gracias a este primer contacto, soy el artista de hoy.
Luego tuve la oportunidad de trabajar en un cómic seriado con una editorial de New York, E.U. Esto ha conllevado un nuevo nivel de exigencia y profesionalidad (que suelo comparar con el de la publicación anual de la revista Kronikas), y ha entrañado en mí una nueva forma de ser historietista. Es un proceso editorial diferente, basado en el respeto al artista y su trabajo. He conocido, por ventura, varias maneras dentro de los procesos editoriales y puedo decir que, los años de sacrificio, han valido la pena.
¿Cuáles han sido tus paradigmas en lo referente al dibujo y temática?
Siempre me ha gustado lo que se define como cómic americano. Su precisión en el dibujo lo hace maestro en captar la atención de las masas. Me formé en esa cuna, luego descubrí el cómic franco-belga, así como el manga y, mientras me nutría de lo que consideré herramientas gráficas necesarias, fui creando mi propio estilo, siempre siguiendo de cerca a algunos artistas en específico a través de los años. Ellos son mis paradigmas y mi admiración hacia ellos no ha disminuido con el pasar del tiempo.
La experiencia de colaborar con publicaciones en el extranjero te ha dejado alguna enseñanza u otros métodos de trabajo, ¿cuáles han sido estos?
Trabajar para una editorial extranjera conlleva un proceso de entendimiento del método y aplicación de nueva maneras en el universo del cómic. Es una actividad que se retribuye, no solo de manera monetaria, sino también como experiencia de vida. En cada lugar del mundo, existen diferentes formas de establecer un contrato entre autor y editorial; en mi caso, el sólido proceso editorial y la impostergabilidad de las fechas de entrega, así como un respeto casi idílico hacia los artistas me han ayudado a sentirme como en casa. Hay algo más que marca el trabajo con editoriales en el extranjero: la calidad de la publicación. Esto provoca que las horas de desvelo y trabajo valgan la pena.
El camino por el mundo del cómic recién empieza para mí ahora; pero, desde ya, he conocido la severidad y la profesionalidad de las correcciones de un editor. El cómic es un mercado centenario, y pudiéramos decir que marginado, invisibilizado e ignorado. Sin embargo, en el universo del cómic hay infinidad de puertas abiertas a buenas historias y artistas comprometidos. Funcionamos como un gremio y sienta bien trabajar en él… es un gremio desafiante e intimidante, ciertamente, pero soy de la opinión de que si tienes tu idea bien clara y tu compromiso bien establecido, lo demás son meras tribulaciones en el camino. Queda solo sentarse a trabajar y ser feliz haciendo lo que más disfrutas, a pesar de las complicaciones que pueda llevar ser un artista. Si algo me he llevado de estos años de experiencia es que nadie hará un trabajo por ti y que el editor azul, que idealmente viene a buscarte a tu casa, no existe. Si de verdad lo deseas, solo tú puedes abrirte paso por el mundo editorial.
Estamos en redes sociales:
- También puedes suscribirte a Zona Podcast y escuchar nuestros contenidos