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“Bajo un sol poderoso”

Por: Valia Valdés

Fotos: Tomadas de la página en Facebook de la película

El director Enrique Kiki Álvarez llega al 43 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano con uno de los dos largometrajes de ficción que concursan en representación de nuestro país, el cual podremos apreciar este 4 y 5 de diciembre en la sala Charles Chaplin.

 Bajo un sol poderoso es respaldada por la dirección de fotografía de Nicolás Ordoñez (AFG), la música de Ulises Hernández, el diseño de banda sonora de Lena Esquenazi, la coproducción cubano colombiana a cargo de: Lía Rodríguez, Ivette Liang, Nicolás Ordoñez y el propio Kiki y las actuaciones de: Verónica López, Ricardo Vega, Xenia Cruz, Igor Urquiza, Neysi Alpízar y Tony Alfonso.

Kiki Álvarez presenta su última película a los espectadores:

¿Puede referirse a la génesis del guión y los hallazgos en el proceso de filmación?

En el principio fue una carta, una carta rodada a Godard, un remix, una remezcla audiovisual de dos materiales fílmicos que colisionaban entre sí y que pretendían articularse por yuxtaposición, a través de la indagación del narrador que los mira y comenta.

 La intención era salvar el material de una película filmada en el 2015, «Las chambelonas», que nunca terminé porque su propuesta respondía a unas relaciones de trabajo entre los actores y yo, que se habían agotado. El primer montaje entre esa película malograda y Sed (1991) no funcionaba en las alternancias del analógico al digital, del blanco negro al color y se hacía demasiado previsible y monótona como propuesta formal. Y ahí fue que entró La ola (1995).

 Liana Domínguez, la editora con quien trabajo hace años, me la propuso porque su tono ensayístico y su estructura más abierta nos iban a permitir atar y desatar los nudos y los cruces narrativos que hasta ese momento no funcionaban.

 Los hallazgos narrativos y expresivos de «Bajo un sol poderoso» fueron escritos en la mesa de montaje y son el resultado de una comunidad creativa en la que también participaron sus productores y varios de los especialistas y técnicos que intervinieron y contribuyeron a su reescritura final.

¿Cuáles son los conceptos que le interesó visibilizar en el filme?

El poder de la ficción para indagar y reflexionar sobre la realidad, la historia, las vivencias personales y el acto creativo como sanación. Bajo un sol poderoso en un ensayo existencial que recorre, desde una experiencia personal, los últimos treinta años de una país herido y atrapado en sus circunstancias geográficas, económicas, políticas y sociales.

La película que estrena en el 43 Festival del nuevo cine latinoamericano tiene el sello referencial de su obra cinematográfica, ¿podrá ser comprendida por los espectadores que desconozcan sus filmes anteriores?

Sí, nadie que la ha visto ha necesitado conocer sus referentes para comprenderla. La película funciona porque, como me dijo un amigo, en ella hay un hombre que toma de la mano a los espectadores y se los lleva de paseo por sus interrogantes, sus angustias, y nunca los abandona durante ese recorrido.

A pesar del ostracismo a que se expone el creador que defiende el cine de autor, usted persiste en una estética que reflexiona en la existencia, ¿por qué?

Más allá del placer estético que pueda propiciar, la aspiración del cine como sujeto de expresión artística debe ser ayudarnos a entender el mundo en que vivimos, los misterios de nuestra existencia.

El cuestionamiento de la autoría en el cine se debe a su carácter industrial y a su desarrollo como objeto de consumo, y no a su condición de lenguaje, de expresión, de escritura. A lo único que uno aspira como autor es a saber nadar en el lenguaje que ha escogido para comunicarse con los demás. No hago películas para seducir o entretener, hago películas para compartir experiencias.

¿Piensa su creación para un público en específico?

Sí y no. La expresión es una necesidad, no un contrato. El primer espectador de lo que uno hace es uno mismo. A mis alumnos siempre les digo que la primera tarea de un director es aprender a mirar, a ver, a leer, a expandir la capacidad de percibir, construirse a sí mismo como un espectador voraz, dispuesto a ensanchar sus sentidos, sus emociones.

Mi modelo de espectador soy yo mismo, dispuesto a relacionarme con la complejidad, con obras que me obliguen volver a ellas, recorrerlas más de una vez, comprenderlas.

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