Estreno del filme Oscuros amores
Por: Valia Valdés
El Instituto de Arte e Industria Cinematográficos anuncia el estreno del filme Oscuros Amores dirigido por Gerardo Chijona, cineasta experimentado que suma varios documentales y largometrajes y ha merecido numerosos premios en eventos cinematográficos de Río de Janeiro, Martinica, Nueva York, Moscú, La Habana, Huelva y Bilbao.
Gerardo Chijona ofreció detalles a Cubanow sobre su vida profesional y su última película, Oscuros amores:
La labor de un director de cine entre los procesos de filmación no es muy conocida, ¿en qué otras facetas desarrolla su actividad creativa?
Comencé mi carrera como crítico de cine. Entre las reseñas que escribí a cuatro manos con Rebeca Chávez y las que continué haciendo solo, deben ser aproximadamente unas 200, escritas para periódicos de provincias primero y después para Granma, Cine Cubano y otras revistas internacionales. Si tuviera el ego un poco más subido pudiera publicar un libro, pero prefiero no volver a ellas. Si las releyera ahora, después de haber dirigido ocho películas, estoy seguro que encontraría algunas de las que pudiera sentirme orgulloso y otras que me darían vergüenza.
Entre el 2003 y el 2009 tuve un parón en la dirección cinematográfica. Escribí guiones que no pude filmar, por censura o por falta de dinero y estuve seis años en la escuela de cine de San Antonio de los Baños, de la que soy fundador, compartiendo la cátedra de dirección con Daniel Díaz Torres. Colaboramos en el diseño de los tres años del curso regular y asumimos asesorías y seguimiento en los ejercicios de tesis y pre tesis. Entre una película y otra, hice talleres de asesoría de guión y dirección en los ejercicios de tres minutos en primer año.
A partir del 2009 y hasta el 2019, año en que la epidemia lo detuvo todo, tuve la suerte de empatar un proyecto con otro y logré filmar cinco largos en menos de diez años. Después he vuelto a la EICTV a impartir talleres de puesta en escena en el caso de la dirección o de asesoría de guiones, y otro taller de diseño de los personajes para la cátedra de Altos Estudios. También he realizado asesoría en talleres de guión fuera de Cuba y he sido jurado de guiones y de postproducción para fondos de fomento de varios países de América Latina.
Acerca de Oscuros amores, ¿puede referirse a la financiación del filme y sus productores?
De mis ocho largometrajes, siete de ellos los he hecho en coproducción, mayoritariamente con España. Oscuros amores es mi primer largometraje enteramente nacional, producido por el ICAIC. Daniel Díaz Ravelo fue el director de producción y, aparte de todo el trabajo organizativo de la película, logró un plan de rodaje intenso, que me permitió salir ileso de las muchas noches de filmación y rodar en tiempo record. Danilo León, como productor ejecutivo, logró el milagro de maniobrar con los pocos recursos con que contaba el ICAIC en ese primer semestre del 2019 y manejar un presupuesto modesto que nos permitió hacer el filme en unas pocas semanas.
¿Qué antecedió la génesis de la película?
Cuando estrenamos La cosa humana en el festival de Tribeca en New York y fue distribuida en Estados Unidos, surgió la idea de hacer otra comedia. En ese momento yo regresaba a La Habana a preparar: Los Buenos demonios, la película que Daniel Díaz Torres escribió y soñó con filmar, pero la muerte se lo impidió.
Fue un compromiso muy grande asumir el proyecto de Daniel y resultó un rodaje muy estresante y difícil, pues se trataba de hacer la película que reflejara su mirada, no la mía. Debo decir que todos los actores y el equipo de dirección me apoyaron día a día para llegar a ese resultado y creo que entre todos logramos hacer la película de Daniel. De manera que cuando se vislumbró la posibilidad de hacer otra comedia, en este caso negra, sentí que iba a ser como una especie de terapia mental para mí.
¿Cómo se gestó el guión del filme?
Uno de mis sueños como director fue filmar una película de cine negro, en este caso un drama clásico de género. Como no pudo ser, aproveché para hacer una comedia negra más cercana a la farsa que a la comedia tradicional de sonrisas. Llamé enseguida a Francisco García, el guionista que escribió conmigo Boleto al paraíso y La cosa humana, para que comenzara a buscar entre sus múltiples cuentos el material que sirviera como punto de partida. Nos pusimos de acuerdo para armar una estructura de tres historias de amor y muerte que transcurrieran paralelamente en una noche habanera. Él fue escribiendo el guión mientras yo filmaba y terminaba Los buenos demonios.
Cuando Francisco tuvo lista una primera versión me reuní con él en Montreal, donde reside, para comenzar a cerrar la estructura. A medida que avanzábamos en las versiones, él escribió 18, tuve también la suerte de contar con la asesoría de algunos de guionistas norteamericanos que conocí en el Sundance y en otros talleres, los cuales fueron monitoreando el guión a medida que íbamos llegando a la versión final.
¿De qué forma introdujo el mundo de la farsa en su estética cinematográfica?
Cuando te metes en el mundo de la farsa, sabes que corres el peligro de jugar con estereotipos. Francisco tuvo mucho cuidado en la escritura para definir hasta dónde podíamos llegar al reflejar ese mundo de locura y absurdos por el que tienen que moverse los personajes, y saber hasta qué límites podíamos plasmar en imágenes ese humor tan difícil. Ya con el guión terminado convoqué a un grupo de actores de primera línea, algunos habituales en mis películas, para que se incorporaran al proyecto. También ellos trabajaron con mesura para que sus personajes fueran creíbles y tuvieran cierto toque de humanidad.
¿Tuvo sorpresas en el proceso de filmación?
Pocas. Todos los actores que han trabajado conmigo saben que, durante el período de preproducción, mi casa se convierte en un laboratorio creativo. Soy de los directores que le gusta llegar al set con la tarea hecha. De manera que comenzamos a ensayar todas las mañanas y entre todos, empezamos a buscar el tono que iba a tener el filme, los objetivos de cada personaje, su relación con el otro en cada escena y, sobre todo, saber hasta que límites podíamos llegar con el humor. De manera que cuando llegábamos al set cada cual sabía por dónde iban los tiros y si aparecía algo que no habíamos previsto en los ensayos, pero podía enriquecer la escena del día, pues había tiempo para incorporarlo.
¿Quiénes son los actores que componen el elenco?
Tuve un casting de lujo. Isabel Santos y Osvaldo Doimeadiós interpretaron una de las historias. Enrique Molina, Luis Alberto García, Vladimir Cruz y Yeny Soria estuvieron en la otra. Carlos Enrique Almirante y Yailín Coppola asumieron la tercera. Mario Guerra, Yailene Sierra y Paula Alí hicieron unos cameos de lujo. También participaron Ulises González, Blanca Rosa Suárez y Aramís Delgado.
¿Vuelve al mismo de equipo de realización?
He logrado tener un equipo de dirección bastante estable a lo largo de los años, y cuando ya empezamos la etapa de preproducción y todo el mundo tiene clara cuál es la visión que tengo en mi cabeza, dejo que todo el personal artístico haga su trabajo y solo lo superviso. Uno trabaja con profesionales para confiar en ellos y dejarlos hacer lo suyo, lo cual me permite concentrarme en lo esencial, que es dirigir actores. La vida me ha demostrado que cuando un director quiere estar en todo, al final no está en nada.
Tuve la suerte de tener una vez más como director de fotografía a Raúl Pérez Ureta, que rápidamente concibió el look que yo quería para este proyecto. Aunque era cine negro, no queríamos imitar la atmósfera de luces y sombras que es tradicional en este tipo de cine. Al ser una comedia, por muy negra que fuera, requería otra imagen visual y creo que Raúl logró una fotografía de primer nivel sin salirse del género. Lo que nadie sabía era que Raúl estaba filmando su última película en el cine cubano.
También conté con mi director de arte habitual, Alexis Álvarez. Miriam Talavera, que ya es mi brazo derecho, estuvo en la edición. Miriam usualmente comienza a montar la película cuando estoy a la mitad del rodaje, lo que me permite ver un primer corte dos o tres semanas después de concluida la filmación.
Esta vez trabajé por primera vez con Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galván, que rápidamente captaron el tono de la historia e hicieron una música maravillosa para la banda sonora. Laura Díaz Ravelo diseñó el vestuario de los personajes y Libia Batista, otra colaboradora habitual, me ayudó a hacer el casting. Pido perdón si olvido a algún otro colaborador.
Entre los nombres que lo acompañaron en Oscuros amores, ¿cuáles desea distinguir?
Es inevitable mencionar a Enrique Molina. Jamás olvidaré su trabajo como Larry Poo en Esther en alguna parte, y lo solidario y paciente que fue con Miravalles cuando a éste se le olvidaba la letra, o las mañanas que pasaba por mi casa y nos tomábamos un café en el balcón. A Raúl Pérez Ureta, quien fotografió casi todas mis películas y las noches que pasábamos en el comedor de la casa haciendo los storyboards de las películas. Yo no tuve hermanos y Raúl fue uno de esos que me dio la vida. Y Juan Carlos Tabío, que accedió a salir de su encierro casero y asumir un rol de sí mismo en la historia. Todos nos sentimos muy felices por tener nuevamente en un set a Juanca, que fue recibido y arropado con un cariño inmenso por todo el mundo el día que rodó con nosotros. Ese día él fue feliz, y yo aproveché la película para hacerle el homenaje que se merece.
Desgraciadamente nos demoramos tanto en terminar el proyecto debido al covid, que la muerte los sorprendió a los tres mientras esperábamos el momento de terminarlo. A estos tres grandes cineastas y tres grandes amigos está dedicada Oscuros amores.
¿A qué público dirige su obra?
Nicholas Ray, un director clásico del cine norteamericano, dijo en una entrevista que el camino del suicidio para un director era el de tratar de complacer a todo el mundo. El público no es una masa amorfa de personas. Hay variedades y gustos personales de todos los colores, tanto en Cuba como fuera de ella, y lo lindo que tiene este oficio es que nunca hay apuesta segura. La película puede ser tanto un éxito inesperado como un fracaso total, porque cuando uno la termina ya no nos pertenece a los que la hicimos sino al que la ve.
Yo trato de hacer siempre la película que me gustaría ver como espectador, pero no olvido nunca, desde que hacía documentales, que uno tiene que tener una relación de respeto con aquellas personas que te dan dos horas de sus vidas para entrar a un cine a ver una película tuya y que tu compromiso con ellas es que salgan de la sala con algo que los haga pensar en unos casos o reír en otros, según el tipo de película que vean. Pero nunca aburrir a nadie. Esa es, en mi modesta opinión, la sentencia de muerte para un filme.
¿Cómo ha sido la confrontación con los espectadores en su primera exhibición?
El filme lo estrenamos el pasado noviembre en New York. La reacción de un público muy heterogéneo de latinos y norteamericanos fue que no pararon de reírse todo el tiempo. Oscuros amores es antes que todo, un divertimento. En el debate ocurrido después de la exhibición y ya fuera de la sala, la gente agradeció una película que les diera hora y media de alegría y entretenimiento, después de los años duros de covid que azotaron esa ciudad.
¿Cuándo el público cubano podrá ver la película?
Oscuros amores será proyectada en los cines Yara, Charles Chaplin, Sala Glauber Rocha y la Sala Alfredo Guevara de la Oficina del Historiador de la Ciudad, a partir del 16 al de diciembre.
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