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El tebeo ya tiene su día

Por: Haziel Scull Suárez

El 17 de marzo de 1917 se considera, por consenso, la fecha de aparición del primer número de la revista española de cómic: TBO. El empresario Joaquim Buigas había comprado una publicación cómica que se imprimía en un taller de Barcelona ​​que no tenía ningún tipo de repercusión, ni tan siquiera local, y le dio la vuelta: colocó las que consideró historias gráficas en la portada, otorgándole un espíritu más moderno. La revista con el tiempo pasó a ser la más leída, la más comentada y la que normalizó el lenguaje de la tira gráfica. Esta se estuvo publicando, con interrupciones, hasta 1998. Desde sus inicios, y hasta 1983, fue editada por el propio Buigas y sus socios Emilia Estivill Monlleó ​ y Emilio Viña González[1];​ en 1986 por la editorial Bruguera, y entre 1988 y 1998 por Ediciones B.

Hace unos meses, el 11 de julio del 2022, el ministro español de Cultura y Deporte Miquel Iceta, declaró el 17 de marzo como Día del Tebeo y del Cómic en el país ibérico[2], respondiendo a la propuesta de la Asociación Sectorial del Cómic[3], que se recogió en la Proposición no de Ley de Reconocimiento y Dignificación del Sector del Cómic en España, adoptada por unanimidad el 19 de octubre de 2021.

Esta acción forma parte de un grupo de movimientos en favor del reconocimiento del cómic como elemento imprescindible en el entendimiento de la cultura contemporánea, agregándose su papel protagónico en lo que muchos teóricos del arte llaman “cultura de masas”. No por gusto desde hace varios años es considerado el 9no arte.

Sin embargo, ¿por qué España escoge la fecha de publicación de la revista TBO para prestigiar al cómic?

En 1917, cuando surgió la revista, el español ganó una palabra y en 1968 el Diccionario de la Lengua decidió aceptar la definición de tebeo oficialmente: «M. Revista infantil de chistes e historietas cuyo asunto se desarrolla en series de dibujos.«[4]. La acepción, propiamente española, sigue hoy presente en el lenguaje popular, aunque ha perdido fuerza frente a la anglosajona cómic o la más moderna novela gráfica, cuyo significado crea, sin embargo, cierta polémica en una parte del sector. Esa pudiera ser el primer gran aporte de la publicación al universo de la hispanidad. Por otro lado, TBO fue un espacio importantísimo para la vida cultural de Barcelona y de España en general, así como la cantera de donde salieron un grupo considerable de guionistas, ilustradores y figuras del humor. Dirigida sobre todo al público infanto-juvenil y dueña de un estilo propio de historieta humorística, constituyó una de las tres grandes escuelas de la posguerra española, junto a la Escuela Bruguera[5] y la Escuela Valenciana[6]. Especialmente influyentes fueron algunas de sus series, como La familia Ulises, de Benejam o Los grandes inventos del TBO.

Todos estos valores los reconoce el español de a pie, así como toda persona entendida en los entresijos de la historieta de hoy. TBO influyó en un primer momento como contenedor de artistas locales que marcaron pauta en cuanto a diseño y manera de hacer cómic, enfrentándose a la influencia de lo que llegaba de los EUA. Incluso durante el conflicto civil, logró mantenerse, hasta 1938, aunque con la irregularidad que pudo caracterizar cualquier tipo de producción de aquella época, además de no tener permiso de publicación.

Conseguido en agosto de 1951,​ se consolidaron las series clásicas y se crearon otras nuevas, dándole cabida incluso a personajes de la historieta franco-belga. Hasta su desaparición, en 1998, fue más que una revista, fue un centro de producción y creación del cual salieron artistas de la talla de Ricard Opisso, Méndez Álvarez, Josep Coll, Conti, Donaz, Escobar, Fraper, Antonio Mestre, Salvador Mestres, Arturo Moreno , Daniel Torres y Javier Mariscal.

Para entender la pervivencia de la revista, hay que acercarse a la valoración del historiador Antonio Martín Martínez[7], quien considera que durante tantos años ha de atribuirse no solo a su calidad intrínseca, sino también a su falta de compromiso ideológico y a que representaba para muchas familias un lazo de unión con el pasado.

Cuba, país donde el cómic o los muñequitos -como también se le llaman- es parte de su tradición cultural, celebra y festeja la jornada. Lo hace, además, reconociendo que la llamada Escuela Cubana de Cómic[8] está fuertemente influenciada por las maneras de hacer y contar de los tebeos de los años sesenta.


[1] Fueron gerentes de la editorial y conformadores de la sociedad Buigas, Estivill y Viña, S. L. en la posguerra.

[2] Declaró que: “Los cómics son a menudo la puerta de entrada a nuevos lectores» tratándose de «un sector pujante y al alza».

[3] Sectorial del Cómic es un colectivo integrado por personas y entidades procedentes de las diversas áreas profesionales que componen el sector del cómic en España, cuyo principal objetivo es intermediar con las administraciones y colaborar con otros colectivos en pos de promover acciones que contribuyan a la mejora del sector.

Somos una asociación sin ánimo de lucro de ámbito nacional, constituida el 19 de diciembre de 2020, en Granada, al amparo de la Ley Orgánica 1/2002, de 22 marzo, alineada con los objetivos de la Agenda 2030.

(Tomado del texto de presentación de la asociación en su sitio web).

[4] Diccionario esencial de la lengua española 2006. Real Academia Española.

[5] Nombre con el que se designa al conjunto de historietistas españoles que se dedicaron al cómic de humor en el seno de la editorial Bruguera a partir de la Posguerra española.

[6] Generación de autores de cómics que trabajó para editoriales comoValenciana o Maga y otras menores como José Luis Aguilar, Creo y Lerso, así como para la prensa valenciana, desde los años 40 a 60 del siglo pasado.

[7] Historiador y editor de historietas español. Pertenece, junto a Luis Gasca y Antonio Lara, a la primera generación española de teóricos del cómic.

[8] La Escuela Cubana de Cómic comprende la producción de historietas en el país entre los años 1970 y 1990.

Enlace relacionado: Aurélie en La Habana

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