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Tomás Gutiérrez Alea y La Habana

Por: Rafael Lam

En este año 2023, que ya se despide, Tomás Gutiérrez Alea «Titón» arribaría a su 95 cumpleaños. Celebramos también el treinta aniversario de su película Fresa y chocolate.

Muchos de los filmes de Alea están enmarcadas en su querida ciudad. Los sobrevivientes trata de la vida post-burguesía en una mansión babilónica (como le llamaba Gabriel García Márquez a dichas casas); donde una familia habanera sobrevive en la desintegración material y moral, en clara involución histórica.

Memorias del subdesarrollo, que ahora cumple 55 años, apoyada en el libro homónimo de Edmundo Desnoes, es un monólogo interior con mirada a la urbe habanera. Es una historia introspectiva e irónica, que muestra cómo las contradicciones de Sergio, un burgués aspirante a escritor, se reflejan cuando decide quedarse en Cuba a pesar de que su esposa y amigos se marchan, para residir en Miami, después de los cambios sociales que trajo aparejada la Revolución.

Sergio Corrieri reflexiona sobre los cambios en el país durante la Crisis de Octubre o Crisis de los Misiles, el efecto de vivir en lo que él llama un país subdesarrollado y sus relaciones con sus novias Elena y Ana. También expone comentarios sobre una Habana que enfrenta los desafíos de la guerra de los Estados Unidos.

Memorias del subdesarrollo muestra una historia personal de resultados intrascendentes en los vertiginosos días de la Revolución cubana, cuando las contradicciones sociales alcanzaron su punto más álgido. La película se cuenta a través de una narrativa fragmentada que se asemeja a la forma en que funcionan los recuerdos.

Fresa y chocolate opera desde la nortalgia. Uno de los personajes (Jorge Perugorría), desde un balcón, habla sobre una ciudad que ya nunca será la misma. La película comienza en la emblemática heladería habanera “Coppelia”, símbolo de la capitalina vida moderna.

Joel del Río nos recuerda una entrevista a Titón del año 1994, cuando el estreno de Fresa y chocolate, donde el genio del cine cubano habla de su capital: “La Habana es una ciudad espléndida. Ojalá apareciera en más películas. La Habana es mi ciudad, una ciudad que he aprendido a disfrutar ha medida que han ido pasando los años y me duele mucho el proceso de deterioro que está sufriendo en este momento. Emocionalmente tiene para mí un gran significado, y quisiera fotografiarla toda, quisiera conservar cosas, por lo menos hacer una llamada a la conciencia de la gente de lo que se está perdiendo. En la película Fresa y chocolate pretendemos incluso decirlo directamente, no sé si será suficiente y si lograremos trasmitir un poco ese esplendor que se está perdiendo y que duele tanto”.

En una visita a Titón, para entrevistarlo a propósito de un libro dedicado a su musicalizador, Leo Brouwer, conversamos mucho acerca de La Habana que siempre estaba presente en él. Me confesaba: “Yo tengo las mismas tesis que Eusebio Leal; ambos viajamos por muchas ciudades del mundo y siempre supimos que La Habana es una de las ciudades más importantes, del mundo. Tanto a Leal como a mí nos fascinaban las ciudades europeas: París, Roma, Venecia; pero siempre terminábamos disfrutando más La Habana, una ciudad que siempre tiene algo que decir; aún en esos momentos de agresión, de guerra, de asaltos de los corsarios y piratas. La Habana siempre ha sido el lugar, la meta y la meca. Siempre quise vivir en La Habana y morir en La Habana”.

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