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La nostalgia de una época

Texto y fotos: Ernesto Cuní

De lo mejor que nos dejara el pasado 2023, estuvo el documental En el calor de los Años Fríos (A la Chaleur des Années Froides, 2022), ópera prima de los jóvenes realizadores autodidactas Darius Kaufmann y Eytan Jan. La película, estrenada en la edición XXIV del Festival de Cine Francés trajo a Cuba, y los amantes del buen cine nacional, sorpresas y alegrías extrañas.

Llama mucho la atención de que la mirada del filme se dirija, en primer lugar, a la nostalgia de una etapa de oro del cine cubano: la década de 1960. Por otro lado, es impactante que la intención de los jóvenes realizadores –y así lo hicieron saber en la presentación del filme, en el cine Yara–, no fue hacer una compleja y profunda investigación, que puntualizase detalles sobre ese segmento de tiempo en el cine cubano. Ellos buscaban hacer solo una recreación que acercara a los espectadores al universo visual de la época; con una narrativa, dramaturgia y puesta bien particulares: “es dar a conocer cómo vivió el cine en el corazón de los cubanos desde los años sesenta y todavía hoy”, dijo Darius Kaufmann.

Hablamos de una década enorme, en la que vieron la luz filmes como Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea, “Titón”, un parteaguas en la concepción y estética cinematográfica del patio, con un tema tan difícil de tratar en ese entonces como la asimilación del proceso revolucionario en un adinerado burgués o; esa experimental y monumental película Soy Cuba, incomprendida en su momento, hoy todo un ícono por esa mirada propia, idílica, de su director, Mijaíl Kalatózov, acerca de la nueva realidad cubana después de 1959.

Se valieron para ello de todo lo que tuvieron a mano en cuanto a cine cubano: testimonios de personas relevantes del séptimo arte en nuestro país (directores, artistas, guionistas, especialistas de las diferentes especialidades, administrativos y público común, identificado con la creación cinematográfica), imágenes de archivo, y del aquí y ahora, en referencia a una serie de otrora salas de cine, ya en desuso.

Entre los aparecidos en pantalla están las actrices Mirta Ibarra y Adela Legrá, dos figuras míticas de nuestro celuloide; el sonidista Jerónimo Labrada, Premio Nacional de Cine; Luciano Castillo, director de la Cinemateca de Cuba; el desaparecido cineasta Enrique Pineda Barnet, Eduardo Manet, entre otros realizadores, y gente de cine, sobre todo, de los que ahora mismo hacen el nuevo cine cubano.  

Todo realmente comenzó con la aparición de una caja de pancartas sobre películas cubanas –impresiones serigráficas que hoy forman parte de la memoria histórica del cine nacional y resaltan la valía de la cartelística cubana, escuela totalmente autóctona y de prestigio internacional— en un baúl de los abuelos de Darius Kaufmann, quienes habían llegado a mediados de los años sesenta a la capital cubana, con el fin de impartir clases en la Universidad de La Habana.

En esos viajes de ida y vuelta, a lo largo de 10 años, regresaban a su país con carteles de cine cubano. “Eran carteles llenos de colores, maravillosos, serigrafías riquísimas; nos sorprendió que eran carteles sobre películas italianas, francesas, inglesas, etc. y no solo de películas cubanas. De ahí entendimos que en Cuba se proyectaban películas de todo el mundo. Conocí a Eytan y le enseñé ese tesoro, y pensamos que había una historia para ser contada”, comentó Darius para Cubanow.

Fue así que emprendieron el magno proyecto en continuos viajes, entre Cuba y Francia. Mostraban los carteles a ciudadanos de ambas naciones.

De ahí en adelante, mediando imágenes de archivos y otras entrevistas, en acertado montaje paralelo, se arma una narrativa interesante no aristotélica, que apela continuamente a las emociones. Es válido este acercamiento, lleno de amor, de perseverancia, y desafío constante a lo nuevo, que conllevó 7 años de estudio sobre filmografía criolla realizados Darius Kaufmann y Eytan Jan.

Los cubanos sabían de que iban, pero no así los galos. Nació la necesidad de explicarles y esto ensanchó lo que, inicialmente, previeron los jóvenes realizadores. Tuvieron la suerte de dar con Mirta Ibarra, que también los orientó. Realizaron múltiples entrevistas en el Icaic que, a la larga, fue coproductor del filme.

“En el camino nos dimos cuenta que estaba surgiendo una nueva generación de cineastas cubanos con mucho talento y deseos de que se conocieran sus filmes afuera. Al final, resultó un diálogo entre generaciones, entre los de ayer y los de hoy”, subrayó Darius. El resultado fue el largo que llegó este año a La Habana, como parte del Festival de Cine de Francés.

En apenas en unos minutos, el documental nos adentra en el pasado – al menos lo experimenté personalmente desde el recuerdo melancólico de las múltiples salas de cine que existían en el país, sobre todo, en la capital, con variada y actualizada programación—, cuando aparece un antiguo administrador de cine adentrándose en una sala de proyección, en la cual comenta acerca del cine cubano.

Ojalá y vuelva a la pantalla este material, para que toda Cuba lo pueda apreciar y admirar: En el calor de los Años Fríos (A la Chaleur des Années Froides, 2022).    

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