Sueños y Vigilias de Raydel Araoz
Por Valia Valdés
Los primeros audiovisuales de los que Raydel Araoz se sintió satisfecho surgieron a partir de ejercicios como estudiante de la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Ya entonces, sus guiones entremezclaban la escritura con la visualidad soñada, el tanteo de varios modos expresivos, y se mantuvieron constantes en su obra posterior tanto la solidez investigativa como la persistencia en el lenguaje de la animación y la teatralidad dentro del cine.
Araoz piensa en el diseño, la construcción escenográfica, la maquetería, el color y otros aspectos de la realización cinematográfica, a partir de sus conocimientos de las artes visuales, lo que hace del cineasta-escritor un esforzado artesano.
Reelabora a varios niveles el estudio que realiza de la realidad nacional, con importantes acercamientos a algunas de sus más grandes personalidades-mito: Samuel Feijoo, Nicolás Guillén Landrián, Virgilio Piñera. Que haya obtenido varios fondos para desarrollar su obra audiovisual no resulta casual: el ganador del Premio Alejo Carpentier 2005, en el género ensayo, y escritor de varios libros (publicados o no), defiende un sello que distingue sus películas.
Dentro de su documentalística, destaca Arquetipos (2009), donde aborda las zonas erógenas, los senos y el miembro masculino, a partir de la perspectiva femenina, a través de un lenguaje cercano al videoarte.
La isla y los signos (2014) nos acerca a la leyenda que acompañó a Samuel Feijóo y su producción artística, detenida por el Alzheimer; mientras que Virgilio desde el gabinete azul, ganadora del Premio Lucía (Festival Internacional de Cine de Gibara al Mejor Largometraje Documental o de Animación, Cuba, 2023) entre otros reconocimientos, recorre el itinerario del miedo en Virgilio Piñera, desentraña las razones de ese temor y se acerca, de manera desprejuiciada, a su condición homosexual, el ostracismo al que fueron condenados los artistas castigados por el proceso de la «parametración», y los resortes más logrados del teatro y la prosa virgiliana.
Las entrevistas al teatrista Carlos Celdrán, al ensayista David Leyva, la dramatización de dos de sus obras y las declaraciones de Antón Arrufat como contundente hilo conductor, nos permiten involucrarnos en un mundo que no es pasado: nos circunda.
Si Virgilio Piñera captó el absurdo cotidiano que resume la cubanidad, el humor y el drama de ser cubano a partir de la agonía existencial, Araoz consigue en Sueños y Vigilias escarbar en el absurdo histórico, cuando entremezcla la personalidad de Eliseo Diego, su poesía, imágenes oníricas, momentos críticos del Urbanismo en Cuba después del triunfo de la Revolución y referencias personales que reflejan su problemática familiar.
En Sueños y Vigilias la animación continúa siendo un recurso expresivo que enriquece y dinamiza la imagen, retornan los actores y testimoniantes de lujo, mientras el director persiste en completar este filme con tenaz paciencia, seguro de ganarle al tiempo y librarnos de la ignorancia complaciente.
